Las telas de mi infancia
Hace unos días
abrí un gran baúl lleno de piezas de telas, metros y metros de los más variados
diseños, los cuales como en una alfombra mágica me llevaron hasta mis primeros
años de vida. Diseños que estaban adormecidos en mi mente, pero al verlos,
espontáneamente, afloraron los recuerdos de haber crecido en la tienda de Santa
Ana, antes de la llegada del Lago de Salto Grande.
Don Aquiles
Lanche, mi padre, vino desde Salto - Uruguay, primero exploró toda la zona como
vendedor ambulante, al principio con una valija y a pie, luego en un Ford
T, recorrió las colonias y ciudades de la región, hizo muchos amigos
gracias a su honestidad, risa contagiosa y buen humor, así logró una gran
clientela, conociendo sus gustos y necesidades en materia de indumentaria.
Cuando se posicionó como comerciante y la cantidad de mercadería creció,
trajo sus capitales del Uruguay y eligió Santa Ana para establecer allí la querida
tienda que fundó en 1940. Luego se casó con mamá, a quien conoció siendo
costurera del negocio, nacimos las cuatro hijas que desde chiquitas íbamos y
veníamos entre la casa y la tienda, por eso es tan fuerte el recuerdo de las
telas mágicas.
Allí crecimos
las cuatro hermanas, rodeadas de amor entre dibujos y colores mágicos, que se
desplegaban sobre los anchos mostradores ante las caras felices de las
clientas, quienes ya se imaginaban en una fiesta luciendo vestidos con esas
texturas y estampados alegres. Y ahí estaban las habilidosas manos de Julia
Dalarda, nuestra madre, cortando la cantidad exacta que se necesitaba, como
buena modista profesional, casi sin usar el centímetro y, según el modelito que
la clienta deseaba, orientaba con precisión cuánto debía llevar, también
con qué hilos, botones, cierres o puntillas complementar.
Esas telas con
historia también trajeron a mi mente las otras secciones de la tienda: ropas
para damas, caballeros, niños, bebés, calzados (zapatos suela Febo, zapatillas Flecha,
Pampero, alpargatas Taba), cosméticos, perfumes, colonias, lociones
(Nantes, Polyana, Lancaster, Mary Stuart, Claro de Luna, Crandall, Old Spice, 7 Brujas, Magazine), accesorios como los pañuelos de acetato para la cabeza o el
cuello, medias, cintos, carteras, bijouterie, ropa interior incluyendo enaguas
o combinación, sombreros, gorros, bufandas, bazar, librería, juguetes, blancos,
muebles, deportes (Sacachispas), tecnología (radios, tocadiscos, relojes Watra o Fero,
linternas, encendedores, yesqueros, cortaplumas, máquinas de afeitar), etc. Todo desplegado en dos grandes
salones unidos, rodeados de estantes y mostradores, excepto los muebles
que estaban en los depósitos. Así era nuestra tienda, venían gente de todos
lados, de las colonias en sulkys o autos, de Mocoretá o Federación arribaban
en autos o en el coche motor.
Ahí están en el
baúl las telas mágicas para ayudar a recordar que bajo el lago, una tienda
existió.